Quiero sugerir a la condesa, que utilice cemento. Pero, es tan bondadosa que incluso a los muertos les agradece con mármol, comenta que no es perdida de tiempo, cada epitafio representa una fortaleza y ella está viva. Más viva que nunca antes. Fuerte como el roble, sensible como la seda y voraz como el viento. Es un Leviatán, en el buen sentido.
Hay similitudes en cada tumba y perdería mucho tiempo en escribir diferentes epitafios por lo que con la autoridad y antigüedad de mi oficio, tallaré un solo mármol.
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Me pregunto quién es la condesa, de qué año es este diario y porqué está aqui. Me intriga un poco la suerte de cada muerto, no decifro con los epitafios que sucedió con ellos, cuando y en qué momento los conoció.
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Por lo vivido y soñado, en memoria a los vulnerables que aparecieron en el camino, esos que con su malcriedez, arrogancia, estupidez y desdicha causaron más de un disgusto. Es menester mostrarle mi afecto, compasión y gratitud.
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